lunes, 21 de noviembre de 2011

Pero bendita crisis

Ayer tocó elegir, hoy toca analizar. El PP ganó ayer por mayoría absoluta , lo cual era una realidad desde hace ya muchos meses. El PSOE -muy consciente de lo que se avecinaba- ya hacía planes para la oposición en la próxima legislatura, las últimas arengas políticas de Rubalcaba parecían ser más lanzadas desde la crítica post-electoral que desde la defensiva de un partido gobernante ¿Para qué defender si ya está todo perdido?

La "debacle" ha sido monumental, resultados de tal extremismo no se daban desde las elecciones nacionales de 1986. Digo "debacle" -entre comillas- debido a que estos resultados son en parte buenos y en parte malos para una democracia. Está claro que este 20N no solo ha sido un fiel reflejo de la situación económica del país, sino que también es espejo de los movimientos sociales que se han estado produciendo en estos últimos meses, englobados todos -a mi entender mal y pronto- en el 15M. El movimiento no quería ser representado, pero sus gritos silenciosos han llegado hasta las urnas, y quién más, quién menos ha recibido una brutal carga informativa sobre sus consignas y "razones de ser".

Decía que esta "debacle" lo podemos atacar desde dos puntos de vista: uno malo y otro bueno. Uno tan brutalmente negativo como la mayoría absoluta, en el que el partido gobernante, entre pactos y otros sistemas cuestionablemente democráticos, puede ejercer una auténtica dictadura en lo que a las leyes menos protegidas se refiere, legislando a golpe ideológico a voluntad de lo que poco más de media España votó.

Por otra parte, esta "debacle" ratifica que algo está pasando en España. La gente ha votado a algo más que a los dos monopolios ideológicos de nuestra corta pero intensa democracia, el "tsunami bipartidista" al que se refería Gaspar Llamazares en sus últimas elecciones al frente de IU, parece haber decrecido y da esperanzas en cuanto a lo que nos espera en los próximos años en el panorama político.

Quizás por la situación actual quedan muy pocos apolíticos. Antiguos ateos ideológicos en momentos de bonanza, ahora pasan a ser firmes protestantes en materia económica o social. Si gracias a esta crisis este país abre los ojos, escucha y piensa -lo siento-, pero bendita crisis.

                                                                                                                            
                                                                                                                                                         @horaxitoel

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